viernes, 1 de febrero de 2008

EL DOLOR POR EL AMIGO PERDIDO




Al abrir el correo electrónico como todos los días lo hago, encontré que había un comentario en unos de los post. Es en el referido a Hernán Masquere, el noble, sacrificado y apasionado piloto del Turismo 4.000 Argentino que perdiera la vida de manera incomprensible, durante una clasificación en el autódromo de Nueve de Julio. Para muchos la vida de un piloto tiene la importancia del golpe de escena cuando se esfuma como lo hizo la vida de Hernán, acomodan algunas cosas y el circo continúa para que tres semanas más tarde en Rafaela pierdan la vida Alberto Noya y Gabriel Miller. Fue demasiado para soportar. Y no repuestos aún de esas tres pérdidas sucedió la muerte de Guillermo Castellanos en Comodoro Rivadavia. Recién allí se tomaron medidas drásticas.

Pero para quienes apreciamos a los pilotos, amamos el automovilismo, conocemos cuánto se deja de la vida misma para desarrollar una actividad deportiva como lo es este automovilismo no profesional; y me refiero a cumpleaños de hijos, días festivos como los que se agasajan padres, madres y abuelos; o fiestas escolares de los chicos, y hasta las comodidades de la familia para lograr el anhelado sueño de correr en auto; quienes conocemos de estos sacrificios sufrimos las pérdidas de los pilotos por el resto de nuestros días.

Mi primer recuerdo fue la muerte de Juan Gálvez en el año 1963, cuando yo tenía 7 años y lloré apoyado sobre un árbol del campo donde vivíamos. Desde entonces y por cada piloto caído dejé lágrimas y mantuve el recuerdo y el respeto por ellos en mi memoria. Uno de los dolores más grande fue la muerte de Ayrton Senna. Durante cinco años no pude ver ningún homenaje porque lloraba como un chico, con una enorme congoja. Hoy no lloro, pero sufro si lo veo, como lo hago por Roberto Mouras, el Pato Morresi, Raúl Petrich y Lofeudo, o Alberto Noya y Gabriel Miller, y por Hernán Masquere y Guillermo Castellanos.

Por este sentimiento compartido entre quienes amamos esta actividad y sufrimos cada vez que un amigo se juega la vida sobre un auto de carreras, he subido este comentario como post. Para que cada uno que lo lea entienda lo que siente un amigo, en este caso Martín Centorbi, ante la pérdida del ser querido. Somos sabedores del riesgo que es correr, pero también conocemos lo que disfrutan en cada carrera. El precio, muchas veces es la vida, por tal motivo hay que crearles las medidas de seguridad que se merecen y en ese emprendimiento está la ACTC junto con el Ingeniero Alejandro Solga.

Ellos habrán de minimizarles los riesgos al piloto, como lo han hecho con el público, aunque muchas veces Dios se ha puesto el casco, el buzo antiflama y estuvo sobre algún auto que se despistó. Entre los ejemplos están el de Diego Aventín en Balcarce (con vuelco incluído), en el de Leandro Iglesias en Río Cuarto cuando no pegó contra el semiremolque de Tanoni y no estaban en el lugar los chicos que minutos antes jugaban allí. Otro ejemplo fue el de Ariel Robbiani y su auto incendiado en Rafaela, o el despiste de Martín Ponte en la Top Race V6 con el acelerador trabado a fondo.
En fin, algún día tendremos un automovilismo seguro de manera absoluta...¿o será sólo una utopía?, no lo se, mientras lo disfrutamos y lloramos los amigos perdidos.

Luis Oscar Tolosa
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A continuación el comentario recibido en el post: "Qué nunca más ocurra", enviado por Martín Centorbi:

Autor: Martin (IP: 201.234.23.33, 201.234.23.33)
Email: martinmotor_sport@hotmail.com
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Comentario:

Compartí muchos momentos lindos con el querido Hernán Masquere, me
tocó estar el día de nuestra última alegría el 7 de agosto de 2005 en La
Plata,lugar donde logramos la última carrera ganada, tuve la alegría y
satisfacción de poder estar dentro del auto con él, y disfrutar de como
él disfrutaba al manejar su auto. Me tocó aprender de él y junto a él, pasé momentos lindos y feos.
Junto a Hernán recordabamos anécdotas juntos y tuve la suerte de ser la persona que pasaba más tiempo junto a él; más aún que su propia familia, saviendo el tiempo que el automivilismo requiere.
También me tocó estar ese fatídico 1 de julio cuado lo perdimos físicamente. Estuve junto a Hernán hasta el momento en que lo trasladaron al hospital.
Como a todas las personas nos duele mucho perder a un ser querido, más aún cuando es tan querido, pero más duele escuchar y leer todos los falsos testimonios y las habladurias baratas que dice la gente. Mi único deseo es que todas estas cosas NO SUSEDAN MAS, es muy difícil recuperarse de un golpe tan duro como perder a alguien en un momento en el que se supone tiene que ser un día feliz. Coinsido con Marita, la prima de Hernán, desde ese día no hubo ni habrá sábado con sol, perdi a un amigo, un padre, un confidente y un ejemplo a seguir; me quedan los
hermosos recuerdos, es una lástima que sean opacados por el feo recuerdo de que lo perdí.
Muchas gracias por este espacio en el que dejan a uno expresar lo que siente.

Atte Martin Centorbi.





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