viernes, 23 de marzo de 2007

CARLOS LEGNANI EN JUNÍN



Al cumplirse 54 años del fallecimiento de Eusebio Marcilla, la agrupación que lleva su nombre invitó al prestigioso periodista Carlos Alberto Legnani para que brinde una charla en el Museo Angel María de Rosas de nuestra ciudad.
Legnani es el fundador y actual director general de la empresa periodística "CAMPEONES", que desde noviembre de 1963 y hasta la actualidad es parte de la historia del automovilismo de nuestro país.

Agradezco a mi amigo y colega, Claudio Rafaelli, por haberme cedido la grabación de la charla de Legnani, para ponerla al aire por LT 20 RADIO JUNIN en mi programa "CIRCUITOS Y TALLERES".
Por haber viajado hacia San Luis a cubrir la tercera fecha del Turismo Carretera para "Radio Vida" de Chacabuco, junto a Enrique Cieri y su equipo, no pude disfrutar del placer de escuchar la palabra de este periodista que en oportunidades de defender una justa causa, haya dejado de lado el interés económico para luchar por la seguridad o las causas nobles, como por ejemplo no transmitir más las carreras en ruta o levantar la transmisión de la carrera de TC 2.000 en Río Cuarto, ante el fallecimiento de Matías Rico en un accidente de la Fórmula Renault.
Carlos Alberto Legnani es sinónimo de lucha y sacrificios en post de aquellos sueños de pibe cuando transmitía con latas de sardinas, competencias de autitos de juguetes que él mismo construía para que sus amigos corran alrededor de la plaza de Winifreda, su pueblo pampeano, y así poder hacer realidad sus ilusiones de relator.

Para quienes no pudieron escucharlo, les dejo parte de esa charla donde habla de Eusebio Marcilla, del Turismo Carretera de entonces, y de sus comienzos como periodista y relator de automovilismo.
Por mi parte agradezco a la "Agrupación Eusebio Marcilla" por haber invitado a Carlos Alberto Legnani para que nos brinde sus vivencias y sus conceptos, que son la huella que debemos seguir quienes abrazamos al automovilismo por pasión y medio de vida.

PALABRAS DE CARLOS ALBERTO LEGNANI:

“Para mi es un placer y un honor estar en esta ciudad, tengo marcado en mi mente el día que se accidentó con su Chevrolet Eusebio Marcilla, contra la columna en una curva de Recreo, durante la fatídica “Vuelta de Santa Fe”. Yo tendría doce años, vivía en Winifreda, un pequeño pueblo de La Pampa, mi padre era acopiador de cereales, y ese día viajamos ocho leguas hasta Quemú Quemú, 40 kilómetros, aprendí a decir kilómetros cuando llegué a Buenos Aires, la gente de antes y de los pueblos sabe lo que son las leguas”.

“Les decía que mientras mi padre hacía unas gestiones me quedé arriba del auto escuchando la radio porque me gustaban las carreras, y fue entonces cuando dieron la noticia del accidente de Marcilla. Cuando hay hechos que lo impactan en la vida quedan muy marcados las circunstancias y los lugares donde ocurrieron. Hace unos días volví a Quemú Quemú y me fui hasta el lugar donde estaba estacionado el auto de mi padre aquel día que escuché aquella noticia del accidente de Eusebio”.

“Yo aprendí donde estaba Junín y qué era esta ciudad por las carreras de automóviles, como muchísimos de nosotros de aquellas épocas; conocimos pueblos, parajes, lugares, provincias y países gracias al paso del Turismo Carretera, como por ejemplo Sudamérica a través de la Buenos Aires-Caracas. ¡Conocimos a los héroes, porque aquellos hombres eran auténticos héroes!, eran gente con bien común, solidaridad y humildad, que tendremos de manera permanente en nuestras mentes y hacérsela con conocer a las nuevas generaciones, para que en especial la juventud los tenga presentes, a Fangio, a Juan y Oscar Gálvez, y a tantos como ellos que hicieron la historia de un país y de Sudamérica”.

“Esa gente abrió caminos que por entonces no había, eran huellones de arena, de barro; que salían de pueblos hermanados por estos pilotos héroes de esos pueblos y también nacionales; esa gente fue la que escribió la historia con grandes sacrificios, con el apoyo del pueblo, recuerdo cuando íbamos a la noche a los talleres para ver como trabajaban, nos ponían la soguita para que no traspusiéramos la puerta y no molestáramos; quien llegaba a ser el cebador de mates era el “héroe”, el “capo” de la barra. Cebarle mates a Eusebio Marcilla o al piloto que fuere era un orgullo muy grande..”

LA ILUSIÓN DEL NIÑO RELATOR

“Este Turismo Carretera de hoy no tiene nada que ver con el de ayer, pero está recogiendo los frutos de aquél, por eso en cada charla que doy cuando me invita en el interior, tengo mis vivencias de todo lo que me tocó vivir, gracias a Dios, porque yo soñé, como todo chico, con algo grande en la vida, y quería ser relator de carreras de autos. Era tan fanático del automovilismo que les construía a mis amigos, autitos de carreras con suspensiones de sunchos, con latas de aceites, con madereas y rulemanes; y los hacía correr alrededor de la plaza de mi pueblo y ¡yo las transmitía!, si transmitía las carreras con dos latitas de sardinas o de paté de foi atadas con un hilo, y con ellas relataba con la tremenda ilusión de empuñar un micrófono”.

“Así nació esa inquietud y la esperanza de que algún día pueda hacer un puesto móvil, porque por entonces era muy difícil llegar a lograrlo. Relatar una carrera en esa época también era tan complicado como para los pilotos correrlas; no había retorno, no se sabía si uno había salido al aire o no, no había comunicación con la central de Buenos Aires. Uno estaba dentro de un campo y les decía: Cuento hasta diez y salgo. Las comunicaciones telefónicas en los pueblos tenían siete, ocho o diez horas de demoras; luego nos enterábamos que no había salido nada o sólo una parte de la información”.

“Yo soy un agradecido a Dios y a la vida porque me permitió hacer lo que me gusta, trasladárselo a mis hijos que hoy hacen lo que yo un día mamé de pequeño, primero con tarros de salsa, luego con una propaladora, después desde una radio y más tarde con la televisión, que en mis inicios no existía. Agradezco a Dios y a la vida haber conocido el mundo gracias a esta profesión, sino quien sabe que haría hoy, tal vez estaría en Winifreda haciendo vaya uno a saber qué; posiblemente siguiendo los pasos de mi padre como cerealista, o feriero...”

Circuitos y Talleres (Gracias Claudio Rafaelli).

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