sábado, 28 de marzo de 2009

60 AÑOS DE RUTAS DEL TURISMO CARRETERA


FUENTE: CARBURANDO - www.carburando.com

23/03/2009 | 15:28 | PV

60 AÑOS DE RUTAS

El anuncio de la vuelta de Turismo Carretera a los semipermanentes, después de 12 años de ausencia, reaviva el interés por la tradición de la categoría más popular del automovilismo argentino en los caminos de la República y, también, de América, dada la intención manifiesta de reflotar la legendaria Buenos Aires-Caracas.

Fueron algo menos de 60 años en las rutas, desde agosto de 1937, fecha de la realización del Gran Premio Argentino -que se considera la primera carrera de la historia de la categoría, que todavía no se llamaba TC- y febrero de 1997, cuando se celebró la última Vuelta de Santa Teresita, hace más de 12 temporadas. ¿Qué pasó en el medio?

Al comienzo, las carreras de largo aliento suponían unir ciudades recorriendo caminos sin, a veces, la infraestructura necesaria. Era una manera de probar, desde arriba de coches muy similares a los que producía la incipiente industria de serie, que se podía hacer turismo sin tantas complicaciones ni dependiendo tanto del ferrocarril (que por entonces, todavía, era propiedad británica).

Las rutas de la argentina venían usándose para carreras de autos desde hacía mucho tiempo: de hecho, el primer Gran Premio data de 1910... Pero no había distinción en el tipo de coches que se utilizaban, y muchos inclusive manejaban autos tipo Grand Prix (el nombre que tenía por entonces la Fórmula 1, una denominación que recién aparecería en los medios allá por 1947...) al punto que en 1936, confundido por la denominación (Gran Premio le sonaba a los Grands Prix europeos), Hans Von Stuck vino a la Argentina con un Auto-Union de 600 HP... Cuando se dio cuenta de que la carrera no era lo que pensaba, se fue a correr al circuito de La Gavea, en Río de Janeiro.

La velocidad de aquellos purasangre en las rutas tornaba peligrosa ese tipo de carreras: por eso la Dirección Nacional de Vialidad decidió que solo automóviles de no más de 110 km/h de velocidad final podían utilizar los caminos de la red vial argentina. Esa decisión resultó el germen del TC.

Hasta 1942, cuando la escasez de gomas y combustible a causa de la Segunda Guerra Mundial detuvo el desarrollo de la actividad, el TC corría dos o tres carreras por año, siempre uniendo ciudades. La primera excepción fue impuesta por las Mil Millas Argentinas, organizadas al estilo de la gran carrera italiana (que databa de 1927), entre el sur del Gran Buenos Aires y Bahía Blanca, con retorno.

Esos 60 años de ruta fueron, en realidad, 55, ya que no hubo competencias entre 1942 y 1947. Pero al regreso de las carreras, coincidente con el nacimiento del apogeo de los Gálvez. Pero esta nueva etapa significaría también la entronización de otro tipo de carreras en rutas, que reconoce antecedentes en alguna que otra prueba de antes del receso obligado: las Vueltas.

La Vuelta de Añatuya de 1939 (ganada por Daniel Musso) o la Mar y Sierras de 1942 (lograda por Juan Manuel Fangio) significaban otra forma de correr: eran competencias de 500 a 1.500 kilómetros, disputadas de un tirón o, a lo sumo, en dos etapas, con partida y llegada en el mismo sitio.

Si el TC despega a fines de los '40, y sigue viajando fuera del país (con la carrera a Caracas, casi 10 mil kilómetros en 14 etapas) o tocando todos los rincones del país (como con el GP de 1949, 11.035 kilómetros saliendo de Buenos Aires y tocando Río Gallegos, Mendoza, Jujuy y Puerto Iguazú antes de regresar a la Capital), los años '50 experimentan el dolor de una crisis económica que se agudiza de 1952 en adelante, obligando inclusive a cambiar el reglamento técnico del TC para abaratar los costos (¿le suena a alguien...?).

Por eso la década del '50 es pletórica en Vueltas. Desde la década anterior llegan la Vuelta de Santa Fe (generalmente en dos etapas, sobre casi 2.000 kilómetros de recorrido), la de Entre Ríos (de forma similar), la Vuelta de Chaco (de Resistencia a Sáenz Peña y regreso), mientras se mantienen las Mil Millas y los pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires empiezan a anclar el TC a la pampa húmeda: la doble Vuelta de Rojas o la Vuelta de Olavarría hacían punta, aunque en dos o más etapas. Esa crisis llevaría, inclusive, a que el Gran Premio de 1953 se disputase en dos etapas (Buenos Aires-Córdoba-Buenos Aires) sobre apenas 1.633 kilómetros, la quinta parte de lo recorrido para llegar a Caracas cinco años antes...

Es curioso que, siendo Turismo Carretera, el escenario más transitado por la categoría haya sido el Autódromo de Buenos Aires, transitado por primera vez en mayo de 1952 (y por última el domingo). No fue, sin embargo, la primera carrera disputada por el TC en un autódromo, un dato histórico consignable a las 12 Horas de Rafaela de 1941, ganadas por Eusebio Marcilla aunque, claro, aquel óvalo rafaelino no era el actual sino uno de tierra y de casi 10 kilómetros de extensión. En el campeonato de 1959, medio siglo atrás, organizaron vueltas Olavarría, Arrecifes, Carlos Paz, La Pampa, Hughes, 9 de Julio, Tres Arroyos, San Nicolás, Pehuajó y Tandil, además de la Mar y Sierras (en una sola etapa) y la Vuelta del Valle del Chubut. Todas esas carreras se disputaron sobre 309 (Carlos Paz, en el circuito del Pan de Azúcar) a 90(la Mar y Sierras) kilómetros. El Gran Premio (Buenos Aires-San Juan-Catamarca-

Tucumán-Santa Fe-Buenos aires) se extendió a lo largo de 3.950 kilómetros.
Si los '50 se tradujeron en la reducción del recorrido de los Grandes Premios y la amplia frecuencia de las Vueltas, la de los '60 trajo la casi completa radicación del TC en la provincia de Buenos Aires y la reducción del kilometraje de las Vueltas, que abandonaban el esquema de las etapas para transitar circuitos de 100 a 150 kilómetros, en dos o tres giros. Esa reducción tuvo que ver tanto con los costos -aunque la década del '60 no impondrá tantas penurias como la siguiente- como con la frecuencia de las carreras: en 1965 se hicieron 35 carreras (incluidos dos Grandes Premios, el Dos Océanos y el tradicional del ACA) y en 1966 se organizaron 66pruebas.

Para entonces, ya había picado el bichito de la velocidad: el asfalto había llegado para quedarse en muchos sitios y una vez que el triángulo Necochea-Tres Arroyos-Juárez se pavimentó totalmente (cada vuelta requería completar 368 kilómetros...), los records de velocidad comenzaron a imponer una nueva moda. Carmelo Galbato ganó en 1966 a 210 km/h de promedio y el recientemente fallecido Angel Rienzi lo estiró en 1967 a 217 km/h...
La trágica Vuelta de Balcarce de 1968 representó un antes y un después en la actividad carretera. Pero eso será tema de la próxima entrega.

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